
Les voy a contar un cuento por la víspera…
Que vivía feliz e infeliz
Dormido en su cueva
Vivía feliz con su rutina
Con sus altos y bajos
Con su mar y su tierra
Vivía con viajes y sus pequeños lujos
El simplemente vivía
Y un día caminando por el bosque
Sin querer se topó con una puercoespín
Reacia y necia,
Obstinada y severa
Ella solo le repetía lo peligrosa que era
Pues sus espinas eran bellas
Pero filosas, únicas
El puercoespín creyó enamorarse de esta criatura
Y poco a poco fue acostumbrándola a su presencia
Ella por miedo de espinarlo
Siempre mantenía su distancia
Y el siempre creyó que era por sus propias espinas
La puercoespín jamás logro explicarle que no era por el
Si no por ella que mantenía la distancia
Y fue así como la puercoespín
Siempre huía cuando el intentaba besarla
De vez en vez buscaba su mano entre las espinas
Y la tomaba con cariño
Le daba sus caricias
Y se alejaba de nuevo
Con el tiempo el puercoespín quería más
Y más... el simplemente necesitaba mas
Era su naturaleza
Y la de ella huir
Poco a poco ella se fue alejando
Y cuando el más la necesitaba
Ella le dijo adiós
Intentando regalarle lo único que ella no podría darle
Libertad, de elegir y caminar
De seguir viajando y seguir viviendo a su voluntad
La puercoespín sabía que ella jamás podría acompañarlo en sus viajes
Y que la verdad siempre estarían alejados por sus espinas
Ella no le dijo nada
Más que adiós
Ella no pudo despedirse como lo quería
Ni lo miro a los ojos al decirle adiós
Y simplemente se marchó...
Ella pensó que el tiempo curaría su amor
Y que las heridas del corazón del puercoespín curaran
Que poco a poco él le dirá adiós a ella también
Y volverá a viajar
Volverá empezar
Sabiendo que el amor existe aun detrás de las espinas
La puercoespín le regalo
Lo que más le deseaba a él...
La posibilidad de ser feliz...
La moraleja de este cuento:
Es que el amor se presenta de diferentes maneras, y muchas veces para demostrar que quieres a alguien debes dejarlo ir, incluso herirlo para dejarlo ser feliz…